Lento el dia va declinando al ocaso;
El brillante sol decae, y su levante
Aguardan las sierras lejanas; con alegre paso
El cabrero se retira con sus rebanos delante:
O alma mia, tan oprimida y lasa,
Confortate, que la noche lleva á todos á casa.
La gaviota aligera se refugia á su nido;
Las olas menguantes se rompen en la ribera;
Los barcos sol-dorados hácia tierra han ido;
Las sombras se ofuscan sobre el mar y la tierra:
Aquiétate, mi alma, tu hora tambien ven-dra,
Que Dios una noche á casa te guiara.