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Journal of American Folk-Lore.

si eres causa de mi pena
que yo he de morir por ti;
porque no miras en mí
mi sentimiento y mi pena.

Cansado de suspirar
cielo, ¿qué será de mí?
morir me verás por ti
para acabar de penar;
ya no puedo suspirar
mi pena es tan rigurosa,
serás, María dichosa;
si comprendieras mi amor
no me mostrarías rigor
y lástima te había de dar.

En fin, adorado cielo,
prenda de mi corazón,
duélete de mi pasión
para vivir con consuelo,
que me ha causado desvelo;
y aunque no me das siquiera
una palabra aunque fuera
que alivia mi padecer,
y no te mostrarías tan cruel
aunque amor no me tuvieras.

58.

Hojas del árbol caídas
juguetes del viento son;
las ilusiones perdidas,
hojas son ¡ay! desprendidas
del árbol del corazón.

La niña que por desgracia
pierde su virginidad
ésa no vuelve a ser más
como en su primera edad;
y si es mucha la tardanza
de aquél que la haya ofendido
y si algo le ha prometido
y se lo quedó a deber,
no puede restablecer
hojas de un árbol caídas.

Cuando una niña se encuentra
en toda su infancia primera
es lo mismo que una flor
sembrada en la primavera;
si por su mala carrera
llega a ver su perdición
pensando hacerlo mejor,
luego le queda un pesar
y no encuentra como estar,
y juguetes del viento son.

Cuando una niña se encuentra
en toda su juventud
se le sobra la virtud,
cariño, gusto y placer.
Pero si llega a perder
por su desgracia algún día,
pasa dos mil agonías,
porque su amor falleció,
y ponerme a pagarle yo
son ilusiones perdidas.

Aunque mil trabajos pases
y te canses de ser coqueta
vendrás con tu cara fresca
buscando otro de tu clase.
Falta quien diga: — No le hace
que tuvo su tropezón
y no faltara un cabrón
que la recoja con gusto.
Después que el blanco goce el fruto
del árbol del corazón.

59.

Si me quieres te regalo
todo lo que yo poseo,
porque es todo mi deseo
el encontrarte a mi lado.

Si me quieres, te doy, niña,
entero mi corazón
una condecoración
de oro, perlas y esterlinas;
yo te doy las Filipinas
y el reinado de los magos;
yo te doy a Curasao
y el trono de Cartagena;
y la gran Sierra Morena
si me quieres te regalo.

Te doy las Islas Canarias,
a Méjico y a Colón,
las provincias de Aragón
para hacerte millonaria;
también te regalo a Italia,
de España mi gran recreo,
te doy a Montevideo,