142.
Una tarde que yo estaba
divertido con mi amor
oí la voz de un ruiseñor
que alegremente cantaba;
y a mí como me agradaba
de aquel pájaro la voz
me levanté muy veloz,
a uno y otro lado mirando,
y oí que estaba cantando
en el jardín del amor.
Triste es ver una paloma
de noche o al amanecer,
pero es más triste el ver
de noche a una mujer sola;
triste del que se enamora
y le dan de plazo un año
mas si tiene un contrario
que no lo deja cumplir
sería más malo sufrir
las penas de un desengaño.
Amarte me es imposible,
esmeralda reluciente;
si deseas darme la muerte
haz de tu pecho un cuchillo,
que yo con amor te pido
que no me guardes rencor;
haz de tus labios dos tazas
con que recojas la sangre;
son tus ojos dos puñales;
¡tú me matas, tú me matas!
Niña, yo soy el llamado
por si usted me corresponde,
yo le advierto como un hombre
el pagarle con mi mano;
yo nada le ofrezco en vano,
el caudal es mi persona,
además tengo una honra
que soy honrado en el vivir;
y si usted me quiere admitir
soy morenito, seiiora.
143.
A la sombra de la casa,
de majagua haciendo soga,
cuando hace un calor que ahoga
el medio día se pasa.
En otras partes se amasa
entonces el requesón,
y al puerco sin dilación
le dan a beber el suero;
y si hay que estacar un cuero
se aprovecha la ocasión.
Por la noche en el batey
y por la luna alumbrados,
están en rueda sentados
bajo un palo de mamey.
Y después de ya cansados
de jugar y armar jergorio
o algún cuento muy notorio,
quieren de su padre oír,
y se van luego a dormir
si en el barrio no hay velorio.
Los domingos se preparan,
igual que los días de fiesta,
a llevar llenas sus cestas
del fruto que cultivaran.
En una mano la vara,
en la otra gallo o gallina;
atrás deja la colina
va al pueblo por provisiones,
donde cambia sus lechones
por coleta o muselinas.
Ésta es la vida envidiada
del jíbaro campesino,
a no ser que su destino
le juegue malas pasadas.
Su posesión un notario,
por no dar lo necesario
que le cobran de subsidio;
si se enferma, es un fastidio
el médico y el boticario.
144.
En mi huerto se ha de hallar
mata de — bien te quería, —
y otra mata que decía,
— remedio para olvidar.
Otra de un fino coral
y otra mata de "escarmiento;"
142. Although these four décima strophes were written as a décima, there seems to be little connection between them.