la herida ya de morir;
y entonces se oía decir:
— ¡Cuánta mudanza en un día!
Cuando la curia llegó
y ese crimen presenciaba
al hospital lo llevaban;
y dicen que ella se hallaba
enamorada de otro.
Y en palabras le decía:
— Sobre de una tumba fría
conmigo te vas a ver
cumpliendo con un deber.
¡Cuánta mudanza en un día!
188.
Si tuviera pluma de oro
comprara papel de plata;
recorriera la memoria
y te escribiera una carta.
Es tanto lo que te adoro,
que no te puedo olvidar;
y quisiera tener modos
para mandarte pintar;
si tuviera pluma de oro.
Ya tu hermosura me mata;
pues ves mi penalidad.
Yo quisiera una errata.
Por conseguir tu amistad.
comprara papel de plata.
189.
Un viejo se enamoró
de una muchacha que había,
y la salió a ver un día
y en un charco se zampó.
El viejo se levantó
y maldecía su suerte,
más bravo que un martinete,
más picante que un ají.
Y si le dicen tanto así
no hay raspa que le sujete.
190.
Yo soñe que me había muerto
y que me estaban velando,
y que me estaban rezando
la oración del padre nuestro.
Y también soñé de cierto
que me moría sin verte.
Soñe muchísima gente
que estaba a mi cabecera.
Soñe que los más de afuera
estaban rogando por mí.
Soñe que estaba yo allí,
todo de negro enlutado,
difunto y amortajado,
sólo por quererte a ti.
191.
Compai Feli tenía un vicio
de comer plátano asao,
y se fué poniendo pelao
porque la suerte lo quiso;
para mí sería el perjuicio
y los malos procederes
que me miren las mujeres
y se echen a reír,
cómo no van a sentir
que se muera el compai Feli.
192.
En Puerto Rico la maña
y en Ponce mucho dinero;
en San Germán la nobleza
y en Coamo son los enredos.
En el Pepino hay comercio,
pero no es cosa mayor;
en Lares mucho valor,
segun se ve el cosecho.
En Añasco hay poco precio
por efectos extranjeros;
Mayaguez, hermoso pueblo,
y en Cabo Rojo son guapos;
en Isabela hay tabaco
y en Ponce mucho dinero.
193.
Si yo me hubiese casado
con ella, ¡triste, ay de mi!
se encontraría feliz,
y yo estaría burlado.
Aunque esto ha resultado
ya conocí que fué falsa.
¡Ay de mí! Está despreciada.
Nuestra amistad se acabó;
Y lo ha bien comprendido
después que en el suelo estaba.
194.
¡Ave Maria, que conciencia!
¡qué hombre guapo y valiente!