Si me dan pasteles
démenlos de arroz,
porque papá abuelo
de eso se murió.
Y con esto, adiós,
digo de mi parte,
que no canto más
por no molestarte.
249.
Le pedí aguinaldo
a una niña hermosa;
no encontró que darme
y me dió una rosa.
Salí de mi casa
siguiendo a una estrella,
y aquí en esta casa
vine a dar con ella.
Nunca te he cantado
y este año te canto;
óiganme, señores,
mis penas y llantos.
250.
Corillo, corillo,
corillo del mal,
¿dónde te metiste
para el temporal?
Su madre lloraba,
su padre decía:
— Se quemó niñita
de cuarenta días.
Yo llamé a la luna
al jefe bombero
a sacar la niña
que estaba en el fuego.
Aunque no ha llegado
el día de reyes,
te vengo a cantar
para que te alegres.
Aunque no ha llegado
de reyes el día
te vengo a cantar
por ver tu alegría.
251.
Que parió la Virgen
es mucha verdad,
pero no perdió
su virginidad.
Qué bella es la Madre
pués de gracia es llena,
eterna fué siempre
de la común deuda.
Permanece virgen
en tu antigüedad,
y sin menoscabo
tu virginidad.
¡Oh reyes felices!
¡oh reyes dichosos!
¡entre tantos reyes
los más venturosos!
Dennos aguinaldo
con igual cariño,
como se lo dieron
los reyes al Niño.
Dennos aguinaldo
por aquel que está
en el cielo impreso
lleno de piedad.
Dennos aguinaldo
si lo van a dar,
que la noche es corta
y tenemos que andar.
Y con esto, adiós,
dice mi garganta,
juntos nos veremos
en la gloria santa.
Ya me voy, me voy,
y me voy diciendo,
— ¡Qué viva, qué viva
de esta casa el dueño!
San Antonio tiene
un libro en la mano,
y con esto, adiós,
porque ya nos vamos.
¡Qué luces tan claras
se ven desde afuera!
los ángeles cantan
en la Noche Buena.