y si tu pecho guardara
la palabra en que tratamos
aunque sin vernos estamos
no es por dejarte burlada.
Con el corazón me amas,
con el corazón te amo;
aunque sin vernos estamos
no es caso para olvidar
si no es caso para adorar
firmemente en el querer;
sin que pueda haber desdén
ni disgusto en el tratado
quiero vivir separado
solo por quererte bien.
En mí no hallas falsedad,
que es lo que te está matando;
te advierto que estás tratando
con quien no te olvidará,
ni tampoco te verás
de mi amor tan mal pagada;
y si te hallas enojada
no será por culpa mía;
yo la razón te daría
porque mucho amor enfada.
7.
No quiero amores con viuda
aunque el caudal sea inmenso,
por no ponerle la mano
donde se la puso el muerto.
Es triste vivir amando
con ese amor compartido,
que aunque esté muerto el marido
siempre lo están recordando;
ellas viven suspirando
y uno las quiere con duda,
y aunque en la sepultura
va el marido a descansar,
pero me puede asustar
y no quiero amores con viuda.
Al año de haber vivido
si tienen algún chiquito
y lo encuentran muy bonito
se le pareció al marido;
entonces me echa al olvido,
y todito eso yo pienso
y siento placer intenso
porque me encuentro soltero;
y no las quiero, y no las quiero,
aunque el caudal sea inmenso.
Al año y medio de casados
tuvimos un gran disgusto,
y yo le dije que al difunto
ella misma lo había matado;
así seguimos enojados
y ella tratándome mal;
al fin me quiso botar
y mis luchas fueron en vano
y me tuve que marchar
por no ponerle la mano.
Pasaban días y meses
y la mujer no cambiaba,
siempre conmigo peleaba
y me botaba algunas veces.
Yo le decía:—No empieces
que no quiero tener disgustos;
vivamos aquí bien juntos,
como dos buenos hermanos,
porque te voy a poner la mano
donde la puso el difunto.
8.
Ay, amante de mi vida,
si es verdad que tu me quieres
¿cómo no ves lo que pasa?
¿cómo de mi no te dueles?
Mi amante me está mirando
en tan crecida fatiga,
pero no se está acordando
si me quiere o si me olvida;
extraño mi bien que diga
de mis penas tan crecidas,
y de antes perseguida
apartado de ti he sido;
vivo sin hallar consuelo,
ay amante de mi vida.
Desde aquellos tristes días
que tus ojos me dejaron
de mi vista se apartaron
gusto, placer y alegría;
son tantas las penas mías
en ver que a otra más quieres;
se marchitan los vergeles
aunque más reverdes fueran;
de tu pecho disminuyera
si es verdad de que me quieres.