¡Quién pudiera idolatrarte
para aliviar tus tormentos!
Para hacerte en un momento
quisiera tener un arte,
y sin poder explicarte,
los tormentos que recibo,
y mirándome cautivo
cuando el alma te entregué;
tú bien conoces mi fé,
pero bien sabes que vivo.
¡Quién pudiera idolatrarte
y aliviar a tus tormentos!
Para hacerte en un momento
quisiera tener un arte,
y sin poder explicarte,
los tormentos que recibo,
y mirándome cautivo
cuando el alma te entregué;
tú bien conoces mi fé
pero bien sabes que vivo.[1]
20.
Nadie se fíe de mujeres
el que se quiera casar;
las buenas están espueladas
las malas, ¿qué tal serán?
El lujo y la vanidad
es sobre todas las cosas,
y todas son amorosas
cuando quieren engañar;
al que llegan a clavar
le sirven con mil placeres;
son falsos sus procederes,
por donde quiera que van.
Oigan que dice un refrán:
— Nadie se fie de mujeres.
Mocitos, anden alertas;
el que damas quiera hallar,
mire bien este ejemplar
y comprenda bien las letras;
esta décima discreta
os podrá desengañar;
conoceréis la verdad
escrita en este papel;
no debe quedar sin él
el que se quiera casar.
Son víboras ponzoñosas
todas llenas de malicias;
algunas por sus codicias
se venden por otra cosa;
hay muchas escandalosas
y también interesadas;
olviden a esas malvadas,
que es fácil el padecer,
porque tocante a mujer
la que es buena, sale mala.
Son peor que Lucifer
con sus palabras y engaños,
hacen al hombre más daño
que se puede conocer;
porque jamás se ha de ver
en ellas una verdad;
siempre andan con falsedad,
siempre serán desgraciadas;
si las buenas están espueladas
las malas, ¿qué tal serán?
21.
Yo mi amor no lo demuestro,
me quisiera declarar,
pués te estoy mirando atento,
pero no te puedo hablar.
El primer amor que tuve
yo no lo puedo olvidar,
con una prenda que fué
vecina de este lugar;
yo a ella le quisiera hablar;
con mucha pena y dolor,
yo le declaro mi amor
y lo que encierra mi pecho,
pues yo me atrevía a jurar
que mi amor no lo demuestro.
Un clavel de mil colores
en una ponchera puse,
pero yo alcancé a ver luces
20. There are a few décimas in the Porto-Rican collection which seem of learned origin, as we have stated in our preliminary remarks. This is one of them. It is too polished for popular composition, and it also lacks the popular inspiration of the really popular compositions.
- ↑ See No. 13. It may be that the copyist has copied the same strophe twice, where the fourth was missing.