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Journal of American Folk-Lore.

de tus ojos encantadores;
flores de miles colores
de tus manos yo cogí;
te voy a declarar a ti
la ciencia del corazón,
sufro por no estar a tu lado
para declarar mi pasión.

Cogí una rosa gigante
con mucha pena y dolor.
Recibe con atención
los secretos de tu amante;
como a un lucero brillante
yo a ti te quisiera hablar,
y te quisiera declarar
toda la ciencia de mi pecho,
pués te estoy mirando atento
pero no te puedo hablar.

Recibe, ángel querido,
los secretos de tu prenda;
tú a mí nada me devuelvas,
oye bien lo que te digo;
en blanco papal te escribo
y te quisiera declarar,
y la fé te voy a jurar
con mucha pena y dolor,
que te declaro mi amor
aunque no te puedo hablar.

22.

Mi amor no halla consuelo
si te ausentas, mi vidita;
te mandaré una cartita
para que veas que te quiero.

Si puedo constantemente
por ti, mujer de mi vida,
si eres tú la más querida
y por ti mi amor algo siente,
voy hablando claramente
con muchísimo anhelo;
sabrás que por ti me muero,
ángel de los celestiales;
si te llegas a ausentar
mi amor no hallará consuelo.

Pasaré miles tormentos
si me llegas a olvidar;
triste me pongo a llorar
en esos tristes momentos;
quedaré en un sufrimiento
porque eres la más bonita;
hoy mi amor te solicita
y te ama con frenesí;
no puedo vivir sin ti,
si te ausentas, mi vidita.

Para mí no habrá placer,
se me acabaron los gustos;
me voy a vestir de luto
si tú me olvidas, mujer,
sufriendo por tu querer
porque eres muy graciosita;
no me olvides, mi vidita,
aunque esté en el Este,
que aunque la vida me cueste
te mandaré una cartita.

¡Ay, Dios, qué será de mí!
Si te alejas de mi lado
mi amor quedará turbado
y no se hallará felíz,
porque yo pensando en ti
en mi cama me desvelo;
olvidarte yo no puedo
y en nadie pondré mi amor,
. . . . . . . . . . . . . . . . . .
para que veas que te quiero.

23.

Le hice el punto a una paloma,
erré el tiro y se me fué,
pero un día por fortuna
no se espantó y la maté.

Un día salí a cazar
con una pólvora fina,
con una real carabina
que otra como ella no había;
con gusto y con alegría
me fuí acercando a una loma
cuando ví que se asoma
aquella ave diferente,
y sin descubrirme al frente,
le hice el punto a una paloma.

Yo de mi casa salí
caminando poco a poco,
y sin armar alboroto
en el monte me perdí;
a poco que anduve ví
la misma que le tiré,
dañificada de un pié,