En fin, por debajo del cielo,
sobre la lengua, la cuna,
pinto el sol, pinto la luna
de oro fino, que es mi anhelo,
y para mayor consuelo
voy a pintar un laurel;
yo lo hago y lo puedo hacer
para alegrar mis instantes;
le voy a contar un cuento
de boca de una mujer.
151.
Un millonario decía:
— Tengo tres hijas mayores,
y sólo las casaría
con Condes y con Alferes.
La que le hacía mas placeres
vió su desgracia primero,
la casó con un bracero
que del mismo era alquilado,
y sin saber el resultado
nadie diga: — Yo no bebo.
Y la hija menor de él
salió ser tan orgullosa,
que antes de llegar a moza
distinguida quiso ser;
y compró para beber
una copa de marfíl,
porque quería distinguir
lo que llevaban sus labios;
y mas luego se vió tomando
agua sucia de un barril.
Cuando estaba en su apogeo
que pisaba sobre de oro,
el más brillante tesoro
decía que le estaba feo.
Como estaban sus deseos
con su juventud florida,
mas luego fué convertida
a la más grande miseria,
y entonces decía ella:
— Ninguno escupa para arriba.
La mujer de este señor
un día se puso a hablar,
que iba a mandar a estudiar
sus hijas a Nueva York,
porque no había profesor
que las pudiera instruír;
y llegaron a salir
antes de cruzar el mar
y tuvieron que virar
sin saber el porvenir.
152.
El día que yo intenté
hablarte sobre el amor
me pedistes un favor
el cual yo te lo diré;
pero yo no sé por qué,
siendo mi palabra fina,
tan dulce y tan peregrina,
a usted con mucho placer,
si ha de ser o no ha de ser,
dígame qué determina.
No quiera prenda querida
maltratarme con rigor,
que ha sido la única palomita
que ha cautivado mi amor;
no maltrate con rigor
a un amante que tal vez
la vida dé por usted.
Hermosa flor de Alelí
¿por qué me niegas el sí
tocante a lo que te hablé?
Yo me paso cada día
y cada momento lloro,
porque te tengo estampada
por dentro de mi memoria;
y mi regalo da gloria
si usted me diera esperanza;
en mí no encontrará mudanza
porque a ti solo venero;
usted me dice que luego,
porque es mucha la tardanza.
Yo no quiero vivir más,
ya yo mañana me voy;
quiero que me digas hoy
cual es mi bien o mi mal;
me dirás si puedo entrar
a su casa por usté;
su firme amante seré
a sus piés estoy postrado;
quiero ponerme en estado
y la causa está por usté.
152. In this decima we have again confusion of pronouns. Usted and tú are used indiscriminately, and even in the same sentences.