¿cuántas vueltas el mundo da?
¿y la rueda de la fortuna?
Dime sin desdicha alguna,
¿cuál fué la blanca paloma?
¿cuál fué la primer persona
que transitó esta porfía?
Y dime con bizarría
¿qué oficio tuvo Belona?
Dime, ¿quién le dió a la luna
sus crecientes y menguantes?
Dime, ¿quién fué el ignorante
que derribó las columnas?
Dime, ¿quién hizo la cuna
donde Jesús se encontró?
Me dirás quién derribó
la torre del nacimiento.
Dime, si tienes talento
¿Saturno con quién casó?
La noche del nacimiento
Cristo se manifestó;
el gallo negro cantó
con alegría y contento;
al tomar el sacramento
al llegársele la hora
y le ponen la corona
para seguir su destino,
y lo llevan al camino
que nombran de Pitarbona.
171.
¿De dónde salió este diablo,
quiero preguntarle a usted,
que le llevó dinero a José
y a los fuegos de Santiago?
¿De dónde salió este mago,
ladrón de primera vista,
que con empeño solicita
explota tanto inocente?
Y ¿dónde conoció a esta gente
o brujo o espiritista?
Médico que para todos
daba suerte y daba medios,
para los males, remedios,
colocación, suerte y modo,
por medio de ciertos polvos
daba suerte, empleo y ponía
por medios de hechicería
virtud para las mujeres;
pero se fué y nunca vuelve,
yo no sé como sería.
Comprometióle a José
rebajarle la cabeza,
metiendo en una presa
de balde y sin interés;
pero entonces una noche,
a Domingo se lo avisa
y Domingo muerto de risa
le dice: — No seas pendejo,
porque aquí negro viejo
dejo mucha gente vista.
172.
¿Habrá mayor disparate
que el de mi dueño y señor?
O eres el diablo mayor,
o eres tonto de remate.
Deja que yo me trate
como cuadre a mi placer,
que sólo pude nacer
para vivir disfrutando;
y aunque a menudo luchando
mi gusto es satisfacer.
Entonces, según comprendo,
sólo soy tu humilde esclavo,
y mi predominio acaba
según tú vayas queriendo;
pues si he de seguir viviendo
supeditado a otro ser
para mí no hay placer
y sólo espero morir;
es un quebranto vivir
y una desgracia nacer.
¿De qué me vale ser bueno
si nada he de conseguir,
si sólo espero morir
porque he de vivir con pena,
si mi vista solo llena
el progreso de tu ser?
¿Porqué he de compadecer
a la que después me abandona?
Y le he de labrar su corona
a costa de mi placer.
173.
Hijo de mi corazón,
recibe la bendición
de tu madre acongojada;
échasela a tu hija quejosa
que también desea la unión.
Y en la misma religión