Adiós, que me voy
con mucha alegría
satisfecho en viendo
tanta simpatía;
por ti, vida mía,
me dirijo aquí,
me despido asi
con voz placentera.
Pasa felíz día,
estrella del cielo.
210.
Si tú no hicieras
padecer a mí
te daría yo a ti
sangre de mis venas.
Ingrata, tú niegas
de que me querías;
el bien que te hacía
no lo has comprendido
y hoy me encuentro triste
por tus tiranías.
Mujer si supieras
todos mis traspasos
te echarías a mis brazos,
yo mas existiera.
Ya no te da pena
si por ti moría,
verme en agonía;
y no me harías sufrir
si voy a morir
por tus tiranías.
Si me vieras muerto
con velas ardiendo
dirías al momento,
— Yo soy la causante.
Pués a cada instante
al sepulcro irías.
Lo que en ti existía
ya veo que no existe,
y hoy me encuentro triste
por tus tiranías.
Por el camposanto
me verás pasar
con la cruz adelante
y yo más atrás;
tan sólo en verdad
no me pesaría,
tan sólo sería
para ti un duelo,
en saber que muero
por tus tiranías.
Oye mis clamores,
ingrata mujer;
mira que me tienes
en un padecer.
Me hallo sin placer
y sin alegría
en mí desconfiar,
mujer inolvidable;
pretendes matarme
por tus tiranías.
Ingrata mujer,
que sufrir me dejas,
a Dios le daré
toditas mis quejas;
ya de ti se aleja
hoy la sombra pura;
en fin lo que hacía
no lo ha apreciado;
seré sepultado
por tus tiranías.
Mujer, tú pretendes
que yo sea perdido;
mira que no soy
tan malo contigo;
tu palabra pido
hoy en este día.
El pueblo diría
que me haces sufrir
y voy a morir
por tus tiranías.
Ayer deseaba
el hallarme muerto
en saber que estoy
pasando tormento,
en sufrimiento
de noche y de día.
Hoy la despedida
te daré, tirana;
la muerte me llama
por tus tiranías.