214
Despierta, mujer,
de ese sueno ya,
despierta y verás
las plantas crecer.
¿No ves los insectos
chupando la flor?
¿no ves el calor
que hay en el invierno?
Por eso es que ellas
reciban placer,
con ponerse a oler
las flores sombrias.
Hoy en este día
despierta, mujer.
¿No ves las cigüeñas
bien de madrugada,
todas en voz baja
cantando ligero?
Tú con gran anhelo
en el sueño estás;
el pitirre va
cánticos a dar,
te hace despertar
de ese sueño ya.
¿Tú no ves la luna
cómo crece y mengua?
¿no ves las estrellas
en su misma altura?
¿no ves las columnas
de astros en su ser?
Siente un gran placer
al viento alejarse;
así mismo hace
las plantas crecer.
¿No ves la neblina
hacia la montaña?
¿no ves con la maña
que el viento la inclina?
Tú no lo imaginas
como puede ser;
siente un gran placer
al viento alejarse;
así mismo hace
las plantas crecer.
215
Palito copioso,
tronco de marfil,
para estar penando
vale más morir.
Para hacer sufrir
a nadie se engaña,
a cualquiera daña
la palabra injusta;
y si me disgusta
me iré a la montaña.
Palito copioso,
tan reverdecido,
¡qué triste se halla
el corazón mío!
Triste y afligido
por una que estaba,
por una que está
en aquel lugar;
y al verme penar
gimen las montañas.
Centurión Cornelio
yo te traigo dos
y se me olvidó
la vuelta de enmedio.
Si tienes consuelo
aguarda a mañana;
procura idolatrada
flor de mi alegría;
por tu tiranía
gimen las montañas.
Mañana me voy
para mi retiro,
pues siento llevarme
la prenda que estimo.
Pero vuelvo y digo
que fue aconsejada
por una que estaba
en aquel lugar;
y al verme penar
gimen las montañas.
¿Qué quieres que haga,
amable mujer?
Si me das palabra
te cumpliré fiel.
¿Cómo puede ser
verte despreciada?
Yo siempre te amaba
y nunca te olvido,
y en ver que he sufrido
gimen las montañas.