Dime como te hallas,
flor de mis amores,
luz de mis ardores,
lucero del alba.
Flor de las montañas
¡oh preciosa planta!
que tu olor me mata,
cielito divino;
salte de tu nido,
palomita blanca.
Tórtola del campo,
calandra desierta,
tú a mí me despiertas
con tu dulce canto.
Cuando me levanto
te busco en mi casa,
pierdo la esperanza
porque no te veo;
tú eres mi recreo,
palomita blanca.
Del jardín de amor
tú eres la hortelana,
eres la campana
de mi corazón.
Tú eres mi ilusión,
tú eres mi esperanza,
tú eres la que lanza
a mi triste pecho;
por ti estoy deshecho,
palomita blanca.
Flor de tu jardín
y lirio del prado
se formará un ramo
bello serafín.
Preciosa muchacha,
ser luz en tu casa,
divina esmeralda,
evidiable rosa,
palomita blanca.
Quisiera ser perla
de tu gargantilla,
de tu cinta hebilla,
lazo en tu chinela;
zarcillo en tu oreja,
espejo en tu casa,
contemplar tu gracia,
sortija en tu dedo.
Dame de tu pelo,
palomita blanca.
Las flores del campo
en la primavera
ellas se asemejan,
luz de mis encantos.
Hoy con tierno llanto
te envío esta carta
con palabras gratas,
llenas de misterio;
dame algun consuelo,
palomita blanca.
Dime si hay alguno
que estorbe mi amor
para ver si doy
con ese importuno.
Porque yo te juro
si tú me idolatras
darte mi palabra
y morir por ti;
mi hermoso alelí,
palomita blanca.
222.
En pos de una flor
vine a este jardín,
que me ha hecho venir
tu grato color.
En su templo Diana
se vistió de flores;
de varios colores
queda coronada.
Con sus bellas alas
se cubre de amor,
se viste de honor
y de flores virgen;
por eso yo vine
en pos de una flor.
Florinda plantó
muy bellos rosales;
con flor admirable
Dios los coronó.
Y por eso yo
amé a Dios Florín,
buscando un jazmín
para mi contento,
a ver si te encuentro
vengo a este jardín.
Las niñas son flores
que visten los campos;
son el dulce encanto
de aquel Dios de amor.