No tienes consuelo
aguarda a mañana,
prenda idolatrada,
luz de mi alegría,
por tus tiranías,
querida del alma.
Dime cuanto cuesta
un bien para querer,
para que tú me ames
a mí con placer.
Te compré también
para que te peinaras
ese terciopelo,
en ver que yo peno,
querida del alma.
Después que obscurece
ya no hay claridad,
se pone la luna
ya no alumbra más.
El sol que se va
con sus breves mañas,
Juanita del alma
no me olvida a mí,
que sufro por ti,
querida del alma.
Tengo una muchacha;
ella me pregunta
por qué las retiradas
son las que me gustan.
Me lleva a la tumba
una que me aguarda,
porque una Leocadia
me tiene conquistado,
desde que te he visto
querida del alma.
En fin, me despido
para tierras extrañas
braman las montañas
al ver que me voy,
porque triste estoy
querida del alma.[1]
225.
Colón se educó
esto fué en Pavía,
lo que más quería
pronto lo aprendió.
El se dedicó
a estudiar, señores,
los libros mejores
con saber bastante;
y vió el navegante
de Borinquen flores.
En la astronomía
estudió constante,
ése fué su arte
según pretendía.
La filosofía
aprendió en honores;
entre profesores
estudió gramática;
divisó con práctica
de Borinquen flores.
De catorce años
entró a navegar,
aprendió a surcar
cogiendo tamaño.
No se hallaba extraño
el audaz no ignora
con rumbos mayores
hizo dirección;
descubrió Colón
de Borinquen flores.
Pidió protección
a España el marino,
siguiendo su inclino
y su dirección.
Recibió Colón
tres pequeñas naves
se tiró a los mares
con sus marineros;
los reyes católicos
son los protectores.
Le dieron dinero
más tres caravelas.
Se hizo a la vela
con sus marineros.
Llevaba, refiero
a Nuñez y Pinzones:
tres embarcaciones
dieron sin mentir,
se vió descubrir
de Borinquen flores.
- ↑ Incomplete.