Si no te levantas
y me abres la puerta
te estaré cantando
hasta que amanezca.
Yo no quiero vino
ni tampoco brandi,
que yo lo que quiero
la casa pa un baile.
Si me dan pasteles
démenlos[1] de arroz
porque mamá abuela,
de eso se murió.
Venimos cantando
con hermosa luna;
todos somos hombres,
mujeres ninguna.
Adiós que me voy,
dice la perdiz;
trigueñita ingrata
vámonos de aquí.
De las flores
que son así,
se murió mi amante
y todo lo perdí.
Venimos cantando
con la flor de lipe;
ésta es la parranda
de moriquitirse.
Dicen los pastores
que vieron bajar
una luz del cielo
derecho al portal.
235.
Aquí está Malicia
con los Santos Reyes,
como si estuviera
cargado de jueyes.
Demen[2] un centavo,
que es mi devoción
al llegar diciembre
hacerme un buscón.
Aflojen el chavo,
déjenme seguir
hasta que yo logre
un peso reunir.
Esta es la parranda
del mismo demonio;
ábrame la puerta
señor don Antonio.
Tiren cualquier cosa,
por ese balcón,
o meto los Reyes
dentro un sofocón.
Y si don Tomás
no parte conmigo,
a estos tres muñecos
arranco el ombligo.
Por Dios que me muero
de debilidad,
porque por Duey Bajo
no se pesca na,
236.
El dia de año nuevo,
al amanecer,
bautizan al niño;
se llama Manuel.
Démosle las gracias
al recién nacido
por el año nuevo
que habremos tenido.
Se fueron los Reyes
ahí viene la octava.
Dios nos dé salud
para celebrarla.
Ésta era la casa
que yo le decía,
donde se posaba
la Virgen María.
De tierra lejana
venimos a verte;
nos sirve de guía
la estrella de Oriente.