Aquí en este mundo
habrá inteligencia;
no compite otra
con la omnipotencia;
es una eminencia
el globo espiritual,
donde va a parar
todo ser viviente;
téngalo presente
ese Tribunal.
197.
En Belén de Judea
nació Jesucristo,
los magos benditos
en Él se recrean.
Para que lo crean,
según se decía,
el rey que nacía
era el Redentor.
Si es el Salvador,
ven acá, alma mía.
Venían los magos
o sabios de Oriente
a adorar al niño
muy resplandeciente.
Una estrella ardiente
les sirve de guía,
para que María
se fijara al cielo.
Para tu consuelo,
ven acá, alma mia.
Pasaron los magos
por casa de Herodes;
él los ha parado
para estas razones.
Y sin dilación
dijo que creía
poder encontrarle
para ir a adorarle;
ven acá, alma mía.
Vengo a recordarle
a aquel rey Herodes
que mandó matar
los niños varones.
Oigan mis razones,
hoy en este día
que lo que decía
son cosas sagradas;
oigan mis palabras,
ven acá, alma mía.
Bajan los pastores
con luces divinas
a ver la parida
en Belén, señores.
Herodes enfurecido,
lleno de ironía,
con idolatría
persigue al nacido;
le han llamado el Cristo;
ven acá, alma mía.
Herodes enfurecido,
lleno de ironía,
con idolatría,
persigue al nacido;
le han llamado el Cristo
con mucho poder.
Pudo acontecer
que un ángel le dijo:
— Llevarán consigo
al Dios de Israel.
San José y María,
al saber las nuevas,
salen de esas tierras
al rayar el día,
llevando por guía
la estrella que fué
salida en Belén,
señal de profeta;
y adoran en ésta
al Dios de Israel.
Un ángel les dijo:
— Estarán allí,
en lo que por fin
forman un prodigio.
Por el Dios divino
Sagrado ha de ser;
caudillo han de ver
de todo el linaje.
Bendecir la sangre
al Dios de Israel.
En fin, me despido
con ferviente anhelo;
las gracias le demos
al recién nacido.
El fué dirijido
a sufrir lo cruel,
dando a comprender
tantas amarguras.
¡Gloria en las alturas
al Dios de Israel!