Yo ví un lucero
que la acompañaba
hasta que llegaba
a subir al cielo.
La estrella de Venus,
las siete Cabrillas,
siguen su partida
donde esta el cordero;
le traen al madero
naranjas y limas.
De una cumbre alta
un ángel bajó;
María, saludó,
palomita blanca.
Ella es rubia y zarca,
nació preferida
entre las mujeres;
le traen los reyes
naranjas y flores.
Los reyes al momento
vieron al cordero
y todo le ofrecieron
en su nacimiento
padeció en el huerto
de los pecadores
buenas salvaciones
le traían los reyes
le llevan al pesebre
limas y limones.
Los pastores llegan
a ver a María;
lindas bizarrías
al niño le llevan
todos le veneran
su precioso hijo,
muchos escogidos
que Belén tenía
y todos le traían
limones floridos.
Aunque me despido
no es para ausentarme,
y tendrás que darme
lo que te he pedido,
y aguinaldo ha sido;
lo cual por mi voz
me dispido yo
y mi compañia
me voy con María;
señores, adiós.
201.
Los turcos salieron
en busca de Oliveros;
a todos los venció
con su espada de acero;
con él no pudieron
todos los cuadrantes,
formaba al instante
una fila hermosa.
De muerte sospechosa
ya murió el gigante.
Decía Fierabrás:
— Dormido en mi sueño
para vencer los turcos
tenía con Oliveros.
Carlo Magno al verlo
con su espada brillante
quiso prepararle
para formar guerra,
y tocaba su corneta;
ya murió el gigante.
El guapo vencedor
ganó la corona
y le trae aguinaldo
a su amada esposa.
Formaba su tropa
antes de acostarse,
quiso prepararse
para el vencimiento.
Decía muy contento:
— Ya murió el gigante.
Y con estos días
nobles caballeros,
dijo Carlo Magno
al conde Oliveros:
— Adiós caballero, —
dijo en el instante,
— adiós, de mi parte
doy la despedida
quiero que me diga,
— Ya murió el gigante.
Salió Fierabrás
con su compañía
a guerrear un día
por díceres[1] de atrás.
Anunciaba ya
guerra en el instante,
- ↑ Decires.